*Me quedé con ganas de seguir el tema de Anansi, así que decidí subir un cuento para que entiendan mejor quien es nuestro padre Anansi: todos los cuentos que se cuenten en el mundo son de Anansi y por eso le honramos. Y con éste cuento me despido hasta dentro de unos días.*

Todos los cuentos son de Anansi

Anansi, el dios Araña, ansiaba ser el amo de todas las historias del mundo. Así que se presentó ante Nyame, el dios Cielo, para pedirle que se los vendiera. El dios Cielo le dijo que el precio era muy alto, y que nadie, por muy rico ni poderoso que fuera, había podido pagarlo. “¿Cuál es el precio?“ preguntó Anansi.

“Son tres cosas” dijo el dios Cielo. “Primero debes traerme a Mmoboro, los abejorros. Luego me darás a Onini, la gran pitón. Además cazarás a Osebo, el leopardo. A cambio de estas tres cosas, te venderé el derecho de contar todos los cuentos.”

Anansi aceptó, y se fue a tejer sus planes. Para atrapar a Mmoboro hizo un agujero en una calabaza y engañó a los abejorros para que se escondieran dentro. Luego, cerró el agujero y se rió de ellos.

Llevó la calabaza llena de abejorros a Nyame, el dios cielo. El dios Cielo los aceptó, y dijo: “Todavía hay dos cosas más”.

Anansi regresó al bosque y cortó una larga vara de bambú y unas lianas fuertes. Luego respetuosamente le consultó a Onini, la Pitón, sobre una discusión que tenía con su esposa, acerca de si la pitón era tan grande y fuerte como una sólida v ara de bambú. Picado por la vanidad, Onini se dejó medir y Ananasi lo ató a la vara de bambú y lo envolvió con las lianas. “Mi mujer tenía razón, no eres tan grande. Pero tú eres más tonto que yo, y ahora eres mi prisionero.”

Anansi llevó la pitón a Nyame, el dios Cielo, quien dijo: “Aún queda otra cosa”

Anansi excavó un profundo foso en la selva, por donde Osebo e l leopardo solía pasar. Lo escondió con ramitas y hojas, y fue a esconderse. Cuando Osebo, en la noche, pisó la trampa que Anansi había preparado, cayó al fondo. Por la mañana, Anansi fue al foso y vio allí al leopardo. Osebo le pidió ayuda, y Anansi le exigió la promesa de que no haría daño ni a él ni a sus hijos. Osebo aceptó. Entonces Anansi dobló un árbol verde hasta el suelo, y lo ató sólidamente. Convenció a Osebo para que se atara una soga a la cola y, en cuanto estuvo bien amarrado, Anansi soltó el árbol y Osebo fue lanzado a los aires por la fuerza del árbol que recuperaba la forma. Maltrecho y mareado, no pudo evitar que Anansi lo capturara y se lo llevara a Nyame, el dios Cielo, diciendo: “Aquí está la tercera cosa. Ya he pagado el precio”

Nyame le dijo: “Anansi, la Araña, donde grandes héroes lo han intentado y fracasado, tú lo conseguiste, de modo que te daré los cuentos. De este día en adelante, todos los cuentos te pertenecen. Siempre que un hombre cuente un cuento, deberá reconocer que es un cuento de Anansi”

Y por eso, en muchos lugares de África, la gente adora contar y escuchar las historias llamadas “cuentos de araña”. Y, ahora, tú también has leído uno.