sábado, febrero 05, 2011

happy birthday 2 y la semana

Bueno, mi cumpleaños fue muy lindo. Fui a un bar con varios amigos y me regalaron cositas muy monitas. Danny me regaló una crema que tiene un olor cítrico, toronja, si, pero como que me recuerda algo, algo de hace muchos años. Xhev me regaló un libro y me lo dedicó: Los poetas de orígenes. Este libro es una antología de los poetas que publicaron entonces en la revista Orígenes de Cuba. Me gusta mucho Lezama Lima porque bueno, el xavo es muy bueno, pero mi favorito es Virgilio Piñera, ¿porqué? bien, pues porque me llega más el sentimiento, lo comprendo mejor. Raúl me regaló mi mate y ahora no puedo dejar de tomar todos los días mate. Es curioso, he leído que el mate une a la gente y es cierto; cuando lo llevamos a casa, después de curarlo y todo, el primer mate que preparé lo tomé con mi mamá, lo probó Raúl y también mi papá. Mi mamá que es muy "especial" no le hizo el fuchi, sino que le gustó. A mi papá que no le gusta el té, quiso probarlo y le gustó. Raúl ahora toma conmigo mate por la tarde cuando llegamos de la escuela y lo hacemos para estar juntos. El mate es una maravilla.

La semana pasada estuve muy triste. Tuve sueños malos, insomnio, ataques de ansiedad. Pensé en los libros que nos robaron, en la traición, en los baños de pureza que se da esa pinche gente. Sobretodo porque vi que la hijadeputafranco tiene algunos de mis libros. Pensar que confié tanto, es doloroso, pero es necesario. Es necesario porque me ha hecho reflexionar y priorizar algunas cosas, algunas personas. Ya no me interesa perder nada, ya no me encuentro tan atada. La injusticia forja al escritor, decía papá Hem y creo que tiene razón. Decía por ahí cierto escritor ruso: así se forjó el acero. Es increíblemente doloroso, pero también te da la posibilidad de elegir otro camino, de ser más completo y compasivo, de comprender mejor la gran literatura, el gran arte. Ahora más que nunca me siento orgullosa de quien soy, a pesar de toda mi tristeza puedo reflexionar sobre mi escritura y tengo más que nunca las ideas claras sobre a dónde quiero ir. Cuando comencé esta reflexión sobre la literatura (hace ya más de once años) estaba perdida. Era un oficinista abandonado en una isla desierta. Pero trabajé en mis propias ideas, en mis lecturas. Cinco años después comprendí una cosa: lo primero es tener una idea propia sobre la literatura y el arte. Seis años después de esos cinco aquí estoy. La tengo, lo comprendo y puedo seguir escribiendo en paz. Escribo en la cocina porque no tengo otro lugar, pero ya pasará, ya podré tener un lugar propio, eso no es lo importante. Lo supe cuando me quejé de que no tenía una computadora para escribir, entonces alguien me lanzó una libreta en la cara y me dijo: puedes escribir aquí. Cruel, pero cierto.

Hoy soy optimista, mañana quien sabe, no lo creo. No he salido a la calle esta mañana así que no odio al mundo. Tengo mi mate y escribo en paz, así que soy optimista. El lunes que tenga que salir odiaré todo y escribiré aquí escupiendo malas palabras, no lo sé. Pero hoy quiero decir que me siento feliz y que soy optimista con mi nueva escuela. Lo soy no porque sea la mejor, sino porque me obliga a hacer bien las cosas, me obliga a querer con uñas y dientes ser la mejor, simplemente mejorar aunque me cueste un ovario, porque me da lecciones de humildad y porque me muestra lo que no quiero ser. Estoy contenta porque tengo grandes profesores a los cuales admiro y respeto mucho, algunos incluso son mis amigos: Xhevdet, Teresa Dey, Carmen Ros, Hugo Hiriart, Evodio Escalante y el tío Danny (Sifu Daniel).

Bla bla bla, tengo que ir al banco, que asco.
 

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