17 de agosto 2009
Bicho:
Bicho, mi querido bicho. Bicho, mi amado bicho. Hace un par de días que no escucho que me llames por mi nombre de Bicho. Bicho, mi adorado bicho. Estoy sola en la casa y lo que quería escribirte era una carta larga, muy larga, tan larga como esta ausencia con cola. Quiero también que sea una carta que te guste, que sea literaria, que sea honesta para que nunca la olvides, para que nunca la pierdas de vista. No sé que tanto pueda escribir en una carta, siempre he tenido problemas con eso. Hay quien escribe cartas como diálogos y tienen sus mañas, sus lecciones aprendidas y parece que te están hablando. Personas que escriben cartas como cuentos, como crónicas o como mentiras inocentes. Yo no sé escribir grandes cartas. Y siempre lo intento porque tú me inspiras a escribir mucho, me inspiras a que te quiera contar todo lo que pienso, digo, soy, quiero. Esta ausencia que me corta y que me duele tanto, me tiene aquí escribiéndote en un teclado donde no funcionan muy bien las teclas. El domingo pensé que no había matado a nadie, pero ya no estoy tan segura. ¿Dónde estás bicho? Me siento perdida en un cuarto, todo está muy oscuro, demasiado oscuro y siento un peso en el corazón que me hace no querer mover ningún músculo, ninguno, incluso ese del pecho. Pasa el tiempo. Pero no sé, a veces creo que son engaños. El tiempo es un miedo que siempre he tenido y que ahora no sé como controlar. Cuando estoy contigo el tiempo es dulce, no hay muerte y el viento es fresco cuando salimos a pasear. Miro atrás, yo me enamoré de ti y ahora parece que estoy en el mismo lugar. Tienes que creerme, te amo. Esta carta es lo más honesto que te he escrito y que tal vez te escriba y no sé porque. Tal vez porque el tiempo convierte en mentiras el pasado y no por lo que hayan sido, ni por lo que fueron, sino porque ya no están. Te amo. Pero no te amo como hace seis días, ni como hace un mes, ni como hace un año. No te amo como te amaba hace cuatro, casi cinco años. En algún momento pensé que ese amor había sido mejor pero ahora, con los ojos en tus manos te lo digo: este amor que siento hoy por ti no puede ser mejor que en ningún momento. Es el más grande, el más sincero, el más arrepentido, el más honesto, el más verdadero que jamás en mi vida he sentido, por nada y por nadie. Y la próxima semana juraré que el amor que siento el domingo por ti, es mejor que el que siento hoy lunes. Lo sé porque cada vez me pasa. De alguna forma lograste tener mi corazón en tu mano y mi alma parece que ama vivir más contigo que conmigo.
Raúl, te he escrito muchas cartas a lo largo de estos años. Siempre las escribo con la esperanza de que en una de ellas leas algo que te convenza de que te digo la verdad.
Y en estos años te he visto saltar, llorar, abrazarme cuando tienes miedo, huir, caerte, cambiarte los zapatos, avergonzarte: eres más humano de lo que piensas; eres bueno, eres la mejor persona que conozco y la mejor persona que pude haber soñado. Eres la única persona que quiero conocer hasta los huesos y que quiero que me conozca hasta las lágrimas del alma. Esto que siento por ti es muy en serio.
En estos días todo en mi interior funciona para darme esperanzas.
¿Te acuerdas que te conté una vez de una película donde a través del dibujo de una casa dos niños se encuentran para quererse y reconfortarse mutuamente? Eso quiero. Quiero una casa dibujada con polen para encontrarte siempre. Una casa con ventanas donde el sol entre temprano y me deje verte al despertar. Quiero una casita pintada con hojas de naranjo y si me dejas recordarte un poco a Pavic, una casa pintada con té. Una casa donde me encuentres cantando, haya cerveza y dos gatos. Y que nada nos dañe, que no exista la muerte, que no crezca la tristeza.
La imagen, sin dejar de ser egoísta, es una imagen hermosa. Y creo que podemos ser un poco egoístas, cuando tú me quieras sólo para ti y yo te quiera sólo para mí.
Pero no me dejes sola dentro de una casa cerrada que se incendia.
Toma de mis manos mis poemas y hazlos polvo. Toma de tus manos mis ojos y hazlos ceniza de flores quemadas: jacintos, azucenas, iris, nomeolvides. Déjame besarte en la noche y guardarte el sueño. Entreteje mis lágrimas y úsalas de talismán. Mira la ventana, mira tus manos, los dos tenemos tiempo.
Vuelve pronto amor, te extraño demasiado. Yo no quería lastimarte, nunca lo he querido. Recuerda mi nombre y el nomeolvides que cultivaste en mi espalda para florecerlo en las noches donde me hacías el amor y regresa pronto, te extraño. Cuídame la imagen en el rostro de las nubes y no llores, no tienes porqué hacerlo. Te amo más que a nada, más que a nadie y muerdo si me lo pides.
Esperanza: créeme que en esta carta te digo toda la verdad
Tu Mariana, sólo tuya y con amor. Siempre de ti, el tuyo Bicho.
0 dichos:
Publicar un comentario