miércoles, agosto 31, 2011

día 12 y 13: recapacitar

Mucho dice el hablador y nada hace ¬¬

(...)

En alguna habitación con cortinas cerradas, se encuentra la señora L... de rodillas. Se desmaya cada tanto y aflijida, piensa en lo bondadosa que es porque perdona a todo el mundo: perdonó al cartero que le entregó de mala gana el correo, perdona por supuesto, a la tonta de Anushka que dejó caer sobre la mesa el plato y le salpicó el vestido nuevo, perdona a su hermano por estar tirado en algún rincón sucio, borracho. Perdona a la prostituta de la esquina que por las mañanas lava la ropa de algunas familias (no, de ella no, nuestro señor no lo permita), la perdona y reza por su alma, porque la señora L..., dios mio, es tan piadosa. "Y también a Masha, quien me robó el camafeo. Aunque ella lo negara, pobrecilla, yo sé que lo hizo y mi consideración hacia los perdidos es tan grande que la perdono... además, el viejo Piotka la vio hacerlo, ¡tiene pruebas!... pero soy tan compasiva que la perdono, aunque ella lo hizo". Como la señora L... era muy prudente, le creyó todo al viejo Piotka, quien ese día guardó unas monedas del camafeo empeñado para comprar un poco de avena y mantener al único caballo que le quedaba. Masha en cambio, humillada, no encontró trabajo durante mucho tiempo. Pero nuestra señora L... no sabía esto, ¿cómo iba a saberlo si todo el día perdonaba las faltas gravísimas que el mundo cometía hacia ella? ¿y porqué el mundo se empeñaba en hacerla sufrir sólo y únicamente, a ella?
-Dios mio! - se sintió magnánima- Dios mio, también a ti te perdono por permitir todo el sufrimiento que me causan estas personas. ¿Qué no se dan cuenta? ¡sólo yo, solo yo que perdono hasta dios mismo sé cuales son las aristas del alma humana!

(...)


día 12: una biografía

Turguenev
de André Maurois



Bueno, esto es algo que ya conté en entradas anteriores y a riesgo de ser repetitiva (jaja, como si no me pasara ya!) lo volveré a contar. Cuando el trío de cerdos facistas (mejor cerdo que facista, oink) nos robó las cosas, yo estaba muy preocupada por un libro que encontré de pura suerte: la biografía de Turguenev escrita por André Maurois. Y digo pura suerte porque la edición es un poco difícil de encontrar, tampoco tanto. La biografía se puede encontrar hasta en Austral de espasa-calpe, pero esta fue editada en la colección Crisol, encuadernada en piel. Viene, además, una novela de Maurois que se llama "El pesador de almas". Es precioso el libro, pues viene con ilustraciones y claro, el papel es tipo biblia, excepto al principio. La biografía tiene un excelente estilo y es muy interesante, la recomiendo como lectura obligada. Además, Maurois tiene muchas otras biografías que deben ser una delicia (espero leer alguna pronto, pues me ha dicho Raúl que la de George Sand es muy buena)
Pasando a la historia inicial, bueno, pues yo lo cargaba junto con el libro de Francois Mauriac, Nudo de víboras, porque D decía que eran el mismo autor. Como no me creía, me llevé los dos libros y se los enseñé. Así, quedaron en el departamento cuando los asquerosos mariconcetes (y recuerden la definición de maricón: ser maricón se refiere a aquellos que no respetan a los demás ni mucho menos a sí mismos y eso no tiene nada que ver con la orientación sexual) decidieron ponerle precio a toda una historia familiar, toda una vida, toda una amistad y lo valoraron en mil quinientos pesos, más iva.
El libro quedó atrapado ahí. Cuando pudimos recuperar algunas cosas (oye, es como la morsa de Alicia, llora por las ostras, ¡aunque ella se las comió!) en una de las cajas, estaba escondido como si él mismo de tanta vergüenza ante los hechos (no olvidemos que es Turguenev) hubiera saltado dentro, mientras nadie lo veía. Salió huyendo para no quedarse entre las garras de quien no lo entendería, mientras sus hermanos (algunos pequeños, otros grandes) con pañuelos y lágrimas se despedían de él, pues marchaban con grillete a una tierra inhóspita donde nadie los abriría. Tal vez los meterían en campos de concentración. Tal vez los haría papel de baño. Se imaginaron encarcelados en la casa de un seudo intelectual, mientras doblaban sábanas y eran presumidos con todo orgullo, como una muchacha robada, digno plot de telenovela.

Así, nuestro héroe, Turguenev, logró colarse y volver a casa. Hoy en día recuperó su lugar en el librero, justo en el apartado de autores rusos, junto a Tolstoi y su infancia, adolescencia y juventud y a Chéjov, con historia de mi vida.

Guardemos un minuto de silencio por sus hermanos caídos en batalla, que a diferencia de él, no lo lograron y ahora son presumidos en charlas afectadas de cafetín o vendidos, como prostitutas baratas. ¡Algún día nos volveremos a ver товарищи!



Día 13: El primer libro que leyó en su vida


Rabito orejas gachas


Lo recuerdo, pero ¿creo que esperábamos otra cosa no?, vamos, el primer libro que se lee siempre es como de este tipo. En fin, éste fue el que más recuerdo. Luego, el libro libro que leí, fue "El rey Arturo y los caballeros de la mesa redonda" luego fue uno de una marmota, luego el de Las brujas de Roald Dahl, El principito, Marianela, Mujercitas y de ahí pal real. Mencioné estos por una razón en especial. Cuando estudié en la primaria de paga, tenían un sistema donde cada viernes era viernes de lectura. Ibas al estante, escogías un libro (de preferencia el mismo de la semana pasada) y lo avanzabas. Así, hasta terminarlo. Si no te gustaba podías cambiarlo por otro. Pero la idea era terminarlo. En ese tiempo leí todos los libros que menciono arriba y tal vez me falte alguno que se escondió en mi memoria. Por supuesto, no conté los libros de cuentos clásicos. Recuerdo que tenía (tengo, mejor dicho, D los guarda por mi, pues confío mucho en su sabio juicio) un libro llamado "Cuentos del país de las nieves", ese era mi favorito. Lo leí mil veces mil y más. Luego estaba el de Blancanieve y otros cuentos, el pingüino friolento, Perrito Moro y perrazo Toro, cuentos de H. C. Andersen, cuentos de Ch. Perrault, El médico carbonero y Grandes civilizaciones: mesopotamia. Esos me los compró mi mamá. Cuando ella vio que me gustaba leer, la verdad es que me compró libros. No me los leía, ni compraba tantos, pero con estos que menciono tuve para tener una infancia increíble. Algunos eran pequeños, como el del pingüino friolento, pero mis favoritos son enormes: Cuentos del país de las nieves, Blancanieve y otros cuentos y Grandes civilizaciones: mesopotamia, esos libros son grandes, son altos, son fornidos y tienen las más hermosas ilustraciones del mundo. Si pueden, busquen en google Adrienne Segur y verán de qué hablo.
Esos libros los leí en tercero de primaria. Los que tenía los seguí leyendo y otros los conseguí. Tengo una bonita edición del Principito, aunque yo recuerdo leerlo en las ediciones de Porrua.

Otra cosa que hacía mucho, cuando no había mucho que hacer, era abrir al azar la enciclopedia azul (una enciclopedia de 12 tomos, azul marino, que vendían de puerta en puerta y que muchos tuvimos por el descuento especial cuando salieron las enciclopedias actualizadas) y leía: posiciones para atacar en esgrima. Y las imitaba o cosas así. Ahí aprendí bastante, debo decirlo. Era como la wikipedia de entonces, pero más lenta y con más elementos fascinantes. No estaba permitida la distracción, jejeje.

5 dichos:

Raúl Aníbal Sánchez dijo...

Trío de putos, querrás decir: gordos, hipócritas, deformes, ignorantes y feos. Ese enano prevaricador de mierda escogió los libros que le parecían más caros y más bonitos, por supuesto que no tenia ni puta idea de lo que estaba haciendo. Se le fue en las narices un libro firmado por un premio nobel de poesía.
A ver, ahora me pregunto que va a hacer esa pinche gorda solipsista y sin talento con mi encyclopedia catholica, o el enano descreído y deforme ese.

Utilería.

Raúl Aníbal Sánchez dijo...

todos los días agradezco que esta ciudad sea tan grande

Mariana Orantes dijo...

Utilería, que palabra tan más triste :( pero cuanta razón tienes. Y había olvidado el libro de Derek Walcott! firmado por él, se les fue en las narices, así como la impresión del libro completo de los eslavos del sur, traducción del presidente X y que ya no supe si se publicó o no.

Yo agradezco estar contigo, vivir contigo y amarte tanto a pesar de todo lo que nos ha, casi, separado.

Raúl Aníbal Sánchez dijo...

te amo bicho, gracias por estar conmigo. Y disculpa el veneno que vertí en tu blog, pero esas cosas tienen que salir cada tanto, o hacen daño porque no se dimensionan, como diría Hugo Hiriart

Mariana Orantes dijo...

Si, es bueno hablarlo con el tío blog, él siempre te escucha. Hay que dimensionar esto y además, en esta cosa de la repetición, de alguna forma como se va dimensionando, también va perdiendo importancia. Así, nos vamos alejando más, pues el veneno no merece un espacio en nuestra vida. :) liberarse es algo que implica sinceridad con uno mismo. No confío en aquellos que ni por un segundo se liberan de su ego o su hipocresía, y caen hasta el fondo de las cosas.

 

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