domingo, septiembre 01, 2013

Dos poemas de Wallace Stevens y uno de Robert Frost

Traducciones exclusivas para Terrario parte 1 y parte 2:





El conejo como Rey de los fantasmas
Wallace Stevens

Lo difícil de pensar al final del día,
cuando la sombra sin forma cubre al sol
y nada queda, excepto luz en tu pelaje-

ahí estaba el gato, salpicando su leche todo el día
gato gordo, lengua roja, mente verde, leche blanca
y Agosto el más pacífico mes.

Ser, en el pasto, en el momento más tranquilo,
sin ese monumento de gato,
el gato olvidado en la luna;

y sentir que la luz es una luz-conejo,
en la cual todo se ha hecho para ti
y nada necesita explicarse;

entonces no hay nada que pensar.  Viene por sí mismo;
y el este apresura al oeste y el oeste se viene abajo,
no importa. El pasto está lleno

y está lleno de ti mismo. Los árboles a tu alrededor son para ti,
y toda la extensión de la noche es para ti,
un yo que alcanza todos los bordes,
Te has convertido en un yo que llena las cuatro esquinas de la noche.
El gato rojo se oculta en la luz-pelaje
Y ahí estás tú encorvándote hacia lo alto, encorvándote hacia arriba,

te encorvas más alto, más alto, negro como piedra-
te sientas con tu cabeza como esculpida en el espacio
y el pequeño gato verde es un insecto en el pasto.

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Una postal desde el volcán
Wallace Stevens

Los niños que recogen nuestros huesos
nunca sabrán que éstos fueron una vez
tan rápidos como los zorros en el monte;

Y que en otoño, cuando las uvas
hacen al aire agrio más agrio con su olor,
ellos tenían un ser, un aliento congelado;

Y nunca han de adivinar que con nuestros huesos
dejamos mucho más, dejamos la todavía
apariencia de las cosas y dejamos los sentimientos

hacia lo que vimos. Las nubes de la primavera vuelan
sobre la mansión cerrada,
más allá de nuestra cerca y del cielo airoso

plañe una docta desesperanza.
Conocimos por mucho tiempo la apariencia de la mansión
y lo que dijimos sobre ella se ha convertido

en parte de lo que ahora es… Niños,
que todavía tejen guirnaldas como aureolas
hablarán nuestro lenguaje sin saberlo,

dirán de la mansión que parece
como si el que vivió ahí hubiera dejado
un espíritu atormentado en las paredes vacías,

una casa sucia en un mundo sin entrañas,
un jirón de sombras que despunta en blanco,
manchado con el oro del opulento sol.
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Viento y flor en la ventana
Robert Frost 

Amantes, olviden su amor
y pongan atención al amor de éstos,
ella una flor en la ventana
y él, un viento de invierno.

Cuando el velo invernal de la ventana
se ha derretido al medio día
y el canario en su jaula
pende sobre ella entonado,

él la señala a pesar del cristal,
no puede ayudar, pero si señalar
y pasa de largo frente a ella
sólo para regresar en la noche.

Él era un viento de invierno
interesado en el hielo y la nieve,
hierba muerta y aves sin pareja,
y poco de amor podía conocer.

Pero él suspiró sobre el alféizar
sacudió el cristal de la ventana
y testificó todo ello
quien permaneció la noche en vela.

Tal vez prevaleció a medias
para conquistarla con el vuelo
del espejo que refleja la luz del fuego
y una cálida luz en la ventana de la estufa.

Pero la flor inclinada a un lado
no pensó decir nada
y la mañana encontró al viento
a cien millas de distancia.

*Traducciones de Mariana orantes*
 

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