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En estos días he vivido en una montaña rusa. Cosas por hacer no faltan y llego rendida a cerrar los ojos, a esperar. También decidí consentir y concentrarme en las cosas que tengo que hacer. El sábado fui a buscar unos libros al centro y pues nanais que no los encontré, es ridículo que haya títulos que no tengan reimpresiones. Títulos que son necesarios. Es decir, salen mil reimpresiones de títulos sobre Frida Kahlo y siguen saliendo más y no hay ni una reimpresión de las ediciones de las obras de Luis de Sandoval Zapata. Y los estudios, igual. Ese día me compré los infortunios de Alonso Ramírez de Carlos de Sigüenza y Góngora y uno que fue mi dulcesito para consentirme: Zuckerman Encadenado de Philip Roth. Hace mucho que no me compraba un libro nuevo, nuevo para mi, nuevo sin ofertas ni rebajas.

El domingo fui a un tianguis en canal de San Juan, me llevó mi amigo el paco y estuvimos dando vueltas por ahí un buen rato. Compré muchas muchas cosas: faldas, un vestido, blusas, lentes, una bolsa, vinilos para mi bicho, películas, mis pesitas para las piernas y no se que tanto más. Fotos:

Este es mi prendedor de araña. Ahora sí soy Anansy, the spider. Además se ve muy bonito y le va muy bien a mi corte de cabello.

Y estos son unos de mis nuevos lentes, están de bolísimas y se me ven rechulos, para qué mentir.

Las demás fotos las subiré al Flickr, tienen el link acá al ladito.

En mis clases me ha muy bien. Entre hoy y el lunes expuse a Fray Luis de León. Expuse la Oda a Francisco Salinas que es en verdad una maravilla. La pondría, pero estoy guardando espacio para una, exactamente, para la Oda a Juan del Grial. Esta oda al leerla por primera vez en clase, me dejó un poco de duda. Sin embargo, conforme Serafín (mi profesor de lírica de los siglos de oro) la iba explicando y haciendo toda una exposición sobre ella, yo sentí que un sentimiento me invadía. Y tanto es así que me pasa muy a menudo con los poemas de Fray Luis, me hacen sentir, me llenan de un sentimiento incluso sublime. Por ejemplo, una vez que leíamos una de las Odas a Felipe Ruiz, la segunda, al comprender el sentimiento de lo sublime del poema, es decir, al comprenderlo realmente y sentirlo, se me nubló la cabeza y sentí tan fuerte el sentimiento que incluso me sentí mareada por unos segundos. Los efectos que tiene la poesía de Fray Luis sobre mi son impresionantes. Y esta vez no fue la excepción. Me venía sintiendo triste desde hace días y no sabía cómo formar esa tristesa en mi cabeza, en mis manos, en lo que cuento. No sabía ni como era, ni como podía describirla. Hoy mientras leía esta oda, supe porqué estaba triste y al saberlo, todo eso que estaba bloqueado en mi se aclaró. Estuve a punto de llorar en la clase. Y aún ahora siento ese peso en mi corazón, siento esa tristeza, siento esa desilusión... pero ya no me desespera el no saber de qué se trata, ahora puedo esperar algo más.

ODA XI - AL LICENCIADO JUAN DE GRIAL

Recoge ya en el seno
el campo su hermosura, el cielo aoja
con luz triste el ameno
verdor, y hoja a hoja
las cimas de los árboles despoja.

Ya Febo inclina el paso
al resplandor egeo; ya del día
las horas corta escaso;
ya Éolo al mediodía,
soplando espesas nubes nos envía;

ya el ave vengadora
del Íbico navega los nublados
y con voz ronca llora,
y, el yugo al cuello atados,
los bueyes van rompiendo los sembrados.

El tiempo nos convida
a los estudios nobles, y la fama,
Grial, a la subida
del sacro monte llama,
do no podrá subir la postrer llama;

alarga el bien guiado
paso y la cuesta vence y solo gana
la cumbre del collado
y, do más pura mana
la fuente, satisfaz tu ardiente gana;

no cures si el perdido
error admira el oro y va sediento
en pos de un bien fingido,
que no ansí vuela el viento,
cuanto es fugaz y vano aquel contento;

escribe lo que Febo
te dicta favorable, que lo antiguo
iguala y pasa el nuevo
estilo; y, caro amigo,
no esperes que podré atener contigo,

que yo, de un torbellino
traidor acometido y derrocado
del medio del camino
al hondo, el plectro amado
y del vuelo las alas he quebrado.