Desperté muy descansada. En estos días no había podido dormir, pero ayer dormí muy bien. Hoy desayuno un sandwich sin mayonesa y leche kefirada. Tal vez preparemos udon, tal vez no.Y me gustaría hablar un poco sobre mi trabajo y sobre algunas cosas que me gustan. Tengo un trabajo de lunes a viernes, cuatro horas diarias, excelente trato y sueldo, en un lugar creado por exiliados de la guerra civil española, para mantener la memoria y no extinguir la esperanza. Ahí se encuentra la biblioteca del exilio, lugar abierto para los socios e investigadores. Es una biblioteca especializada. A veces trabajo en la sala de juntas, donde tengo el teléfono para hacer llamadas a los socios. El otro día hablé con Ramón Xirau y Germán Robles. También puedo trabajar en la biblioteca, donde puedo ver cómo las chicas clasifican todo el contenido de las cajas que guardan muchísimos documentos, libros, revistas, fotografías. Pude ver de cerca muchas revistas, ahora que me tocó trabajar en el católogo de publicaciones del exilio. Soy la encargada de difundir noticias y crear, mes con mes, el boletín. También tomo fotografías y reviso documentos. Me encanta trabajar ahí. Todos los días aprendo algo. Autores, libros, publicaciones, poetas, físicos, matemáticos, etc. Historias de hombres y mujeres que lucharon por sus ideales. Anarquistas, republicanos, franquistas. Uno de los puntos que el Ateneo tocó cuando lo fundaron en 1949, fue que todos tendrían lugar ahí, sin importar su ideología, siempre y cuando no quisieran imponerla. Como la mayoría de los refugiados eran republicanos, pues es lo que más se ve, pero también hay quienes no se apegaron a ninguna ideología o que terminaron por reconciliarse. Ahora que murió el Dr. Adolfo Sánchez Vázquez, a mi me tocó difundir la noticia entre los socios y gestionar, un poco, la publicación de la esquela en la jornada. Ahí trabajo. A veces, cuando tengo tiempo, me gusta salir y pasear por la zona rosa. Tomarme un café en el péndulo y comer algo, luego comprarme uno o dos libros y tal vez ir al cine. Me gusta tomar té en Mumu o desayunar en el café Ventura. Cuando trabajo en la oficina de M... y me sobra tiempo (también puedo trabajar ahí, lo cual está bien, no me gusta estar en un lugar fijo y como el lugar es grande porque el Ateneo comparte sede con la UNED y el CEME, pues es lindo visitar los lugares de esa hermosa casona porfiriana de principios del siglo XX), me gusta leer en los sillones, junto a la ventana. Otras veces, escribo poemas o cuentos cuando estoy sola. Me gusta ir al centro comercial y comprar todo lo que necesitamos, comprarle croquetas a mis dos gatitos y tal vez unos sobrecitos o latas de whiskas, para consentirlos. Otras veces, me quedo de ver con Raúl en reforma 222 y mientras lo espero, en el único lugar que me gusta de ese centro comercial, me gusta ver las fuentes. Las ondas del agua me atrapan y el espejo que se forma me invita a sumergirme. Abajo, las piedras, como acuarelas distantes detrás de un cristal movible, me llaman a cruzar el espejo. Una onda y se convierte en movimiento que turba la piel del agua. Y en el centro, donde nacen las ondas, parece que el agua tuviera cabellos largos que se peinan uno a uno conforme la onda se expande. Ahí espero a Raúl. Cuando estoy sola y camino, me gusta escuchar música. También me gusta el restaurante al que vamos M... y yo. Me gusta comprar libros a las personas que quiero. El mes pasado a Adita le regalé una antología de poesía portuguesa contemporánea. Me gusta el jekemir y su café americano cortado, mi favorito.
No tengo una vida interesante, sólo trato de hacer lo mejor que puedo con lo que tengo.
Por cierto, me gustaría invitarlos (si, a todos, toooodos) a la presentación de la antología de (H)onda Nómada (somos poetas y que?) donde participo con algunos poemas. En el evento leeré algunos poemas y bueno, pues pasar un buen rato, echar chela, blablabla. Será el 20 de septiembre a las 19:00hrs en el café-bar Allende Red (Calle Allende entre República de Cuba y Donceles, centro histórico). Y si se animan, pues allá nos vemos.
Día 15: uno que haya amado hace años y del que hoy reniega.
Como no me gusta y no me ha pasado eso, decidí cambiar el título de esto. He leído a Coelho, a Dan Brown, a J. K. Rowling y hasta a Xavier Velasco. Y si bien no me gustan (prefiero a Dan Brown y a J. K. Rowling que a Xavier Velasco, ugghh) tampoco reniego de haberlos leído. Sirven. Sirven mucho. Hay que leer cosas malas, cosas buenas, cosas raras, cosas de todo tipo. Hay que leer siempre y de todo, porque sólo así se forma un criterio sólido.
así que el siguiente título lo combino con otro que salió sobre retos de libros, para no inventarme algo y luego digan que hice trampa:
Día 15: un libro que regalaste o te regalaron
Un recuerdo que dejo
de Saúl Bellow

Una vez llegó Raúl con este libro bajo el brazo. Llegó a mi casa, comimos muy rico, hablamos, me lo presentó, me contó de que iba y quedó en prestármelo después. Entonces, la revista de los campeones, Hermano Cerdo, sacaba sus primeros números y uno de los números estaba dedicado a Saúl Bellow. Pasó. Un año después, Daniel sacó algunos libros que ya no quería y me dijo "llévate los que quieras, te los regalo". Bueno, pues ahí obtuve Hojas de hierba de Whitman; El curandero místicos de Naipaul y éste libro que tanto anhelaba leer. Lo leí en dos días y me gustó mucho. Aún ahora, lo tengo en mi librero, en la parte de mis consentidos. Siempre voy a recordar el impacto que me causó el prólogo: be specific.
Y de momento lo dejo aquí, tengo que ir a casa de mi abuelito :)
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