domingo, septiembre 04, 2011

Día 16: you want the truth? you can't handle the truth

Eso incluye que en algún granito que desprecias, en alguna uña enterrada, en algún pelito de la nariz, sientes empatía. Te caigo tan bien que no puedes soportarlo.


Día 16: Uno Ruso que sí haya leído
Un héroe de nuestro tiempo
de M. Y. Lérmontov


Primero que nada, gracias por visitarme. Entrar a leer un blog toma tiempo, decisión, lectura. Y es justo agradecer a quien entra a leer. Porque aquí no existe la descortesía y además, admito que me gusta tener lectores frecuentes. Gracias.
Bueno, en segundo lugar, me molesta que el día 16 sea "un ruso que sí leíste"... a qué se refieren con eso? la literatura rusa debería ser un obligado. Por supuesto, no se debe caer en el clásico "o Tolstoi o Dostoievski" niet! niet! Por eso, quise poner en este apartado, no a Tolstoi, ni a Dostoievski, ni a Gógol, ni Turgueniev, que son como los más conocidos, sino al gran Lérmontov.
Sin embargo sí creo que la literatura rusa debe ser un obligado, para todos. Te enseña todo lo que necesitas en la vida y más. El gran alma rusa nos eleva para amar y comprender, con sensibilidad.
El libro cuenta las aventuras de Pechorín, de una forma peculiar. Si no lo han leído, corran a hacerlo, no se arrepentirán, se los juro.

El libro que presento en las imágenes es la edición de lujo de editorial progreso, ediciones en lenguas extranjeras. Yo tengo esta edición y una de la UNAM, aunque la primera vez lo leí en otra edición, un libro blanco que me prestó Raúl cuando vivía en copilco, cerca de la UNAM. Luego, recuerdo tomar cerveza con él, pedir un taxi a copilco, pasar a un oxxo y comprar más cerveza y hablar todo lo que restaba de la noche sobre éste libro. Esa noche dormimos juntos y al despertar, con la luz de la ventana, recuerdo el dolor de un corazón entregado y derretido. Lo amé mucho. Lo amo mucho. Por alguna razón que no comprendo, el terminó por corresponderme. Me desvío de la historia. Un día, cuando estaba enojada por X y Z, fuímos al centro a caminar y platicar. Limar asperezas. En una librería, encontré este libro y lo compré sin pensarlo. Él me miró tan feo que yo lo miré con burla. Si, yo me quedé el libro y ni modo!... quién iba a pensar que ahora, yo le daría todo a él, no sólo el libro, sino mi alma y mi corazón.


 

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