¿Algún día dejaré de hacer esto? es decir, no es masoquismo, no es el gusto por apachurrarme el corazón, es otra cosa. No sé cómo decirlo. Pensar que es mera "investigación" y trabajo de campo es un poco absurdo e ingenuo, además de mentiroso. ¿Será que me gustan las cartas? a veces me imagino mandándole cartas a las personas que no me conocen: para liberar un libro pongo en la portada toda una carta con motivos y razones por las que aquel, lector querido, debe leer ese libro que se encontró en el autobús o en el metro. O tal vez al principio de un poemario escojo uno de esos muchos poemas donde le hablo directamente al lector. Un lector cercano, imaginario, pero cercano.
Ahora mismo lo hago y tú lo lees. Me imagino a veces la reacción de las personas al leer lo que escribo, como una íntima correspondencia con su alma, con su sensibilidad más oculta.
Pero también me gusta leer cartas. Hay algo terrible en las cartas de amor, algo impalpable, horrible, desesperanzador. La rueda del tiempo, el rincón del mal, la triste espera del amor perdido, guardan bajo la mesa las cartas de amor, como cartas de póker mal jugadas.
Y el dolor extraño que siento por las cartas de amor, es el dolor del paso del tiempo y de lo oculto a los corazones. Una carta de amor sincera resonará muchos años después, maquinaria inmensa que gira y gira, carrusel o fantasma que nos graba la piel. Pocas, muy pocas veces he escrito cartas de amor. Todas han sido sinceras. Algunas son de tres líneas, otras de tres páginas. Y me siento mal por ellas. Todas fueron olvidadas. Pero ustedes, queridas otras cartas, las que yo no escribí, las que aún me duelen, son por mucho las mejores. No es crueldad. Es todo, menos crueldad. Nunca fue crueldad, pero duele.
Además, así sientes que conoces un lado muy extraño de las personas. Un lado que debería permanecer oculto. El conocimiento indeseado para macerar cerebros como el mío.
"Take all my loves, my love, yea take them all"
0 dichos:
Publicar un comentario