viernes, diciembre 16, 2011

Soñar también es...





Aquí hablaré de dos cosas que me sucedieron en estos últimos días:

1.- un sueño

Estoy en un lugar extraño, es de noche. La mayoría de mis sueños suceden de noche, ya no me sorprende. Subo las escaleras de lo que parece una casona o un hotel. Platico con R hasta que me dice "nos vemos al rato" y me da la llave de nuestro cuarto. Entro al cuarto, en la habitación hay dos camas separadas, una individual y una matrimonial. Las cortinas son beige y entra una luz verdosa, mortecina, típica de mis malos sueños y los días de tormenta. Dejo mis cosas, salgo al pasillo. Bajo escaleras y vuelvo a subir del otro lado del edificio. En la parte más alta hay un balcón sin protección alguna. Acostado está A, muy ebrio, a punto de caer. Me entra la desesperación, lo sujeto e intento ponerlo a salvo, pero él se ladea hacia el abismo, con fuerza, como si se dejara caer. Lo sostengo y él me dice: no te preocupes, en mis sueños siempre puedo volar. Eso me asusta, sobretodo porque abajo está la nada. Lo sujeto con más fuerza y le respondo: mi vida, esto no es un sueño. Un tono irónico. Lo pongo a salvo, él se levanta. Me dice que necesita descansar, echarse un poco de agua en la cara. Entra a una de las habitaciones y sale con el cabello húmedo. No se parece mucho a A, pero sé que es él, tiene la misma voz, habla de la misma forma. Me dice que será jurado en un concurso de cuentos y que no sabe a quién darle el premio. El primer cuento se llama La crítica, tiene humor, es ingenioso pero es probable que pocos lo entiendan. Tiene un error conceptual. El segundo se llama El banquete, es divertido, pero está mal escrito: faltas de ortografía, sintaxis, redacción básica. Además, se desborda en un erotismo chafa que nos caga la madre. El tercer cuento no recuerdo cómo se llama, pero era de una amiga de A. Su problema, sin embargo, es el discurso. Está bien escrito en forma, pero el fondo no lo sostiene. Le digo que lo pensaré, que mientras, él debe descansar. Lo llevo a mi habitación y lo coloco en la cama individual. Tomo mi chaqueta y el libro de cuentos, lo dejó recostado y salgo a fumar. Bajo las escaleras y mientras bajo leo los cuentos. Son cuentos ilustrados. Los dibujos del primer cuento son sencillos, concisos y van muy bien con la historia. Los dibujos del segundo cuento son más como un estilo de manga chafa que salió en México hace una década. Los del tercer cuento son muy realistas, pero muy oscuros. Pienso en el problema de los cuentos, lo pienso, lo pienso, lo pienso. Abajo, al salir del edificio me encuentro con un carnaval, todos llevan máscaras. Pienso que sería buena idea montar una obra de teatro entre tanta gente. Es como una feria y lo que se me ocurre es una danza de la muerte, algo como en el séptimo sello. Subo las escaleras de nuevo. En el pasillo de mi habitación me encuentro con A, ya no está tan borracho, se ve más descansado. Le planteo la solución a los cuentos y comenzamos a debatir, a platicar. Llegamos a la conclusión de que los cuentos tienen tres problemas: conceptual, de forma o técnico y de fondo o discursivo. Sin embargo el problema conceptual es aparente, pues el cuento es comprensible, sólo que habrá quien no lo comprenda. Es un riesgo del autor, sin embargo la literatura debe elevar el pensamiento del hombre. Ese cuento debe ganar, porque la calidad es importante, sobretodo en un lugar donde se prefiere lo fácil o aquello que viene de un amigo. Quedamos contentos con llegar a esa conclusión. Me despido de A y bajo las escaleras. En el camino me encuentro a R. Él sube y le digo que en un momento lo alcanzo, debo ver si puedo hacer algo para montar la danza de la muerte. Sigo mi camino. Llego al lugar y las máscaras me dan miedo. Me dicen que ya no hay vuelta atrás, debo montar esa obra pero yo no sé cómo hacerlo. Me enseñan el lugar, es amplio y todos alrededor murmuran. En verdad me da miedo, comienzo a sentirme sola. Quisiera estar con R o seguir platicando con A. Subo las escaleras y mientras subo, los veo. Subo más rápido. Los escalones se hacen arena. Mis pies se hunden en la arena. No puedo subir, todo al rededor se desmorona. Me despierto y trato de recordar las conclusiones literarias lo mejor que puedo, aunque sé que algo se me escapa, tal vez un diálogo con R, una parte de la plática con A, no lo sé, porque al hacer el esfuerzo de recordar las conclusiones literarias, algo debió perderse.


2.- Memoria olfativa

Rumbo a mi casa, me llega el olor extraño. Es como un perfume quemado, no lo sé, pero es un olor de hombre. Perfume de hombre. Mi corazón se acelera y comienzo a tener mucho miedo. Quiero recordar y no puedo. Un hombre, una cercanía, violencia. Pienso, pienso, pienso. ¿Cuando fue? al menos determinar el tiempo. Estoy segura de que me recuerda a la preparatoria... no, antes, antes, secundaria... no, antes, antes, primaria. Se me revuelve el tiempo tanto como el recuerdo y el estómago. ¿Cuando fue? ¿qué fue? ¿porqué me da tanto miedo? sé que fue antes, hace mucho tiempo, antes, antes, antes. No quiero pensar en eso. Dios, que no haya sido en la primaria. Pero fue en la primaria, tal vez antes. Más bien, antes de la primaria y cesó en los primeros años de la escuela. Tengo miedo, no puedo dejar de pensar en eso. El olor me aterra. Por suerte desaparece antes de que logre recordarlo todo. No quiero. Esta memoria olfativa me traiciona y me hace sufrir mucho, ojalá no recordara nada por ningún medio. Ojalá ese recuerdo se me borrara para siempre.
 

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